08 d’octubre 2010

criar y trabajar

Esta es mi aportación al Carnaval de Blogs al que me invitó Laura a través de su blog Tarkus Kids

Os cuento mi experiencia para evidenciar mi opinión respecto al tema, creo que así resulta más transparente.
Soy arquitecta de profesión y de vocación. Ejerzo mi profesión de manera autónoma desde hace años. Comparto un pequeño despacho con mi marido y socio; lo tenemos dentro de casa porque la autonomía laboral implica mezclar vida personal y profesional y así nos resultaba más cómodo.
Siempre había tenido la idea de que cuando fuese madre no podría dejar a un lado mi carrera profesional. Primero porque me encanta, y segundo porque los autónomos no tenemos bajas, paros ni otras ayudas. Qué alejado de la realidad!!!! en cuanto me quedé embarazada mi profesión pasó clarísimamente a un segundo plano.
Aunque seguí con mi horario y mis responsabilidades, mi mente estaba siempre en otro lugar, viví un embarazo consciente y pleno, que requirió de todas mis energías e interés.
Después del parto y sumergida en mi puerperio, la arquitectura dejó de existir para mi. No sentía el más mínimo interés por nuestros proyectos, ni siquiera me sentía atraída por leer revistas de arquitectura, sólo leía sobre crianza, así que me abandoné por completo el despacho.
Durante mi primer año de maternidad y puerperio mi compañero ganó un concurso de arquitectura. El concurso era profesionalmente muy importante para nuestro despacho. Se cumplía un año de mi maternidad y empezó a despertar en mí un interés por participar en el proyecto que debíamos redactar por haber ganado el concurso y posteriormente su construcción, de manera que me incorporé progresivamente algunas horas al día, combinando horarios entre mi marido y yo para estar siempre con nuestro hijo uno o el otro.
Durante este tiempo mi implicación y responsabilidad no fue demasiado grande, pero me sentía realizada por poder participar en el proyecto tal y como me apetecía y además seguía disponible para mi hijo.
Ahora ya tiene dos años. Hemos credo un grupo de crianza compartida junto con otras familias y vemos que nuestro hijo está adaptado, está muy cómodo, de manera que hemos empezado a dejarlo allí y podemos trabajar los dos socios juntos en el despacho ahora que el proyecto del concurso está en fase de construcción. Después paso la tarde con mi hijo.
Por otro lado he reorientado mi vida profesional, inicié un camino de formación profesional y personal sobre bioconstrucción y arquitectura ecológica, y ahora que estoy viviendo un momento de creatividad estoy ofreciéndolo como servicio profesional, independientemente a nuestro despacho.

En resumen, pude vivenciar un desinterés por mi profesión cuando conecté con la esencia de la maternidad, cuando fui consciente de mis instintos naturales y emocionales. Me sentía completamente fusionada a mi bebé y quería estar siempre disponible. Realicé algunos trabajos laborales puntuales, aquellos que me permitían llevar a mi hijo siempre encima, en el fular, con mi pecho disponible, pero la verdad es que no me implicaba como antes, porque no sentía que fuese mi lugar. Pude dejar de trabajar viviendo con lo mínimo; por principios no tenemos coche, ni hipoteca, ni grandes gastos, así que con el trabajo de mi marido podíamos comer perfectamente.
Más tarde, durante el segundo año, empecé a sentir el deseo de volver a trabajar, sin separarme demasiado de mi bebé, así que le dediqué algunas horas al día, y de manera muy irregular.
Y finalmente, en el tercer año es cuando más interés y necesidad siento de volver a trabajar, mi creatividad fluye y necesito cristalizarla en mi profesión. Siento que es porque mi hijo y yo nos estamos separando emocionalmente. Él ha descubierto su propio espacio y yo vuelvo al mío, mi puerperio ha acabado, definitivamente. Aunque sin alejarnos demasiado, sigo amamantándolo y durante las noches seguimos siendo uno. Tengo ganas de ejercer de arquitecta de nuevo antes de volver a ser madre de nuevo, sabiendo que durante un tiempo (intuyo que coincide con la duración de puerperio cada madre) voy a estar en otro mundo.
He podido comprobar que mi ciclo de inactividad profesional fue una respuesta natural para cubrir las necesidades de mi bebé, y que fue sano respetarlo. Ahora ha vuelto el interés y me es posible conciliar vida profesional, personal y familiar gracias a la cooperación entre familias y de manera espontánea. Cada cosa tiene su momento y su lugar.